Pintora figurativa y, más aún, narrativa, en un entorno oficialista dominado por el concepto. ¿Cómo se lleva eso?
[risas] Bueno, dice un colega artista, Juan Carlos Román, que España está traumatizada con los formatos tradicionales. Mientras en EEUU y otras partes de Europa, la pintura nunca ha dejado de moverse, aquí el canal “oficial” pone reticencias. Afortunadamente en el arte hay otros planos…
¿Otros planos como el propio mercado?
Por ejemplo. Parafraseo a Gordillo si digo que la pintura es una de las pocas artes soportes que es totalmente original y eso el coleccionista lo sabe. Soy del tipo de artista que necesita el contacto con la materia. Dicen que las manos humanas dibujadas en las pinturas rupestres respondían a un ritual mágico, querían poseer a los animales que pintaban. A mí me pasa igual y es la pintura la técnica que más me permite tocar, moldear la materia.
En tu obra, esa materia no es sólo física sino también emocional, ¿Intentas “cazar” la naturaleza humana?
Efectivamente, el proceso vital es el eje central de mi trabajo. A todos nos gusta pensar que nuestra vida es única pero, una vez miras con perspectiva, te das cuenta que todos seguimos patrones, etapas… Me fascina sumergirme en esas etapas.
Siguiendo la tradición narrativa de nombres como Paula Rego o la Escuela de Leipzig, tu obra se ha ordenado en diferentes series sobre el hombre y la vida con personajes adscritos a cada etapa, ¿en cuál te encuentras ahora?
Mi primer trabajo tenía relación con el paso del tiempo, la idea de Heráclito de que no te puedes bañar dos veces en el mismo río. Al nacer una nueva generación en mi familia tomo consciencia del paso inexorable del tiempo. Luego llegó La Diva, un personaje marcado por el desencanto de los treinta y, finalmente, ahora, Cándida Standwick reflexiona sobre la búsqueda de la identidad. Ahora, por primera vez, mi creación se centra cada vez más en un personaje no humano, La Casita Roja. Un proceso que está naturalmente relacionado con mi traslado actual a Madrid ya que La Casita es, además de un personaje, el estudio en el que he creado en los últimos años en Galiciay que también es el escenario-personaje de la serie de Cándida Standwick.
¿Cómo te llevas con los personajes de tus series?
En general bien. Supongo que como todo creador sé que hay algo de mí en todos ellos. Lo que más me fascina de ellos es su capacidad de sorprenderme. Mi trabajo pictórico se apoya en actrices lo que hace aún más narrativo y cinematográfico. Esto crea una especie de morbo porque nunca sabes qué pasará, es intangible e incontrolable. Si trabajara con modelos o desde la imaginación me perdería esos matices que sólo un actor puede imprimir. Al final es como trabajar con arcilla emocional, algo prodigioso. El personaje es mío pero el actor aporta con un gesto, con un matiz, algo que yo no esperaba. Es un proceso muy intuitivo y emocionante.
Precisamente uno de esos personajes ha regresado en tu última intervención The Secret Garden, ¿Por qué resucitar a La Diva en el proyecto junto a By Bossy. La razón mezcla lo creativo y lo personal. Artur y yo nos conocimos cuando trabajaba en Nunca Jamás, el proyecto anterior a La Diva en el que nace un icono muy importante en mi obra, los peces de colores, los sueños que luego ella caza en su camino de desencanto. Al terminar aquella serie, La Diva se despedía pero no sabíamos dónde iba. En este proyecto hemos encontrado la respuesta: iba a un jardín secreto, al origen de los peces de colores, a un lugar donde continua siendo diva y cazadora rodeada de peces y otros símbolos de esa etapa.
¿Y cómo has vivido como creadora una intervención en un proyecto tan heterogéneo como una casa?
Genial, precisamente porque Artur tiene una visión muy abierta de la creación. Desde que nos conocimos siempre me ha sorprendido que concibe la arquitectura como algo no estanco.. Así, cuando empezamos a hablar del proyecto no me pidió una pieza para un lugar sino me mostró un lugar que transformar con total libertad creativa. Es un trabajo desde la colaboración y la creatividad. ¡Estoy deseando repetir!